(por Clarín.com)

imagesEl proceso de liberación de presos políticos cubanos iniciado el pasado 12 de julio como consecuencia de la mediación de la Iglesia Católica cubana pudo bien haber estado destinado a disimular el suicidio de Orlando Zapata tras 85 días de huelga de hambre y el camino similar que Guillermo Fariñas había comenzado a transitar . Porque ambos episodios generaron repulsa en el mundo entero , incluyendo la de algunos intelectuales de izquierda que hasta ahora no se habían pronunciado sobre la cuestión de los prisioneros de conciencia.

El proceso sigue adelante, aunque lentamente.

Sólo 26 de los 75 disidentes que estaban detenidos han sido hasta ahora liberados. Los demás, aún no. Sólo aquellos que se comprometen a irse de Cuba obtienen su libertad. Lo que, en sí mismo, supone una violación a la Declaración Universal de los Derechos Humanos .

Cuba puede, pese a todo, no haber cambiado mucho. Porque acaba de producir tres nuevos encarcelamientos de disidentes. Ahora Luis Enrique Labrador Díaz, Eduardo Pérez Flores y Michel Rodríguez Ruíz. Todos ellos fueron detenidos en las escaleras de la Universidad de La Habana, el 16 de agosto pasado y trasladados a prisiones en La Habana y en la provincia de Matanzas.

Los tres pertenecen al Partido Cuba Independiente y Democrática, ilegal en un país en el que tan sólo el Partido Comunista está permitido.

El anuncio lo acaban de hacer las Damas de Blanco , organización que agrupa a las esposas de los presos políticos.

Ocurre que la que sigue presa es la libertad.

Para ella no hay, por ahora, demasiado espacio en la isla. Particularmente para la libertad de opinión, aquella que define esencialmente al ser humano. Libertad que quienes pretenden monopolizar el poder tratan de ahogar, en cuanto pueden.

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